domingo, 7 de mayo de 2006

Ayer fui al Cerro San Cristobal

Ayer fui a un cerro. Mi papá estaba muy feliz porque ibamos a hacer un "paseo a la naturaleza". Fuimos con mi hermano, mi papá y mi mamá. Fuimos en auto, y cuando llegamos mi papá llenó mi coche de puras cosas que no era yo mismo: puso ahí una mochila, un paquete con empanadas, una botella de bebida, chalecos, mi casco...me empecé a preocupar de dónde me iban a meter a mi...no aguanté la incertidumbre y tuve que gritar: ¡Ey, y yo! ¡donde voy a ir! Menos mal que mi mamá se fijó en mi y me tomó en brazos...mucho mejor...desde acá arriba pude apreciar mejor "la naturaleza". Fuimos a un lugar lleno de pasto. Ahí mi papá vació todo mi coche y los tres se pusieron a comer empanadas y a tomar bebida. Mi papá me dió un pedacito de empanada, pero después mi mamá le dijo que no me diera más y no pude seguir comiendo. Asi que tuve que ponerme a gatear por el pasto. Estaba super suavecito...¡y lleno de hojas! Asique lo pasé muy bien gateando de hoja en hoja y probando sus distintos sabores. Yo diría que las hojas que son café y un poco languidas son más ricas que las que son verdes y duras. Lo malo es que cada vez que estaba apretando una para exprimirla entre mi lengua y el paladar, llegaba mi mamá con su dedo largo y feo, y me la sacaba de la boca. ¡Que pesada mi mamá!
Después de comer mi hermano se puso a dar vueltas por el pasto, y despues de un rato, mi mamá me tomó de las manos para que yo diera unos pasos largos, entonces yo y ella nos pusimos a perseguir al Pablo mientras el trataba de arrancar de nosotros. Pero mi hermano es super rapido y no lo pudimos pillar...aunque una vez casi lo alcanzo.
Al final del día me pusieron en mi coche (que ya no tenía tantas cosas) y nos fuimos a unos juegos donde mi hermano se subió a una locomotora de tren y despues a un arbol.
Lo más divertido de eso fue que mientras el Pablo jugaba con mi papá, yo me puse a mirar para arriba ¡y por el cielo pasaban una pelotas de colores! ¡Que loco! Yo veía una que pasaba arriba de mi cabeza, se iba y cuando creía que ya no volvería, ¡pasaba otra! A veces iban para un lado, y otra iban para el otro lado. Cuando yo ya no veía ninguna pelota, mi mamá me decía "mira Camilo allá viene otra" y yo miraba donde ella me decía y ¡venía otra pelota de colores!. Mi mamá me dijo que cuando yo sea más grande vamos a estar ¡adentro! de una de ellas. Ojalá mañana yo ya sea más grande.

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