martes, 24 de octubre de 2006

El primer carrete del fin de semana

El viernes pasado mi mamá cuando llegó del trabajo me dijo que ese día saldría yo en la noche con ellos, iriamos a una peña. Por lo tanto, eso significó que me dió comida media hora antes (cuando yo todavía no tenía taaanta hambre), que me mudó de nuevo (siendo que me habían mudado hace poco), me puso más ropa debajo de la que ya tenía, hizo un bolso gigante con cosas para llevarme, y listo. Nos sentamos a esperar a que llegara mi papá. Cuando mi papá y el Pablo llegaron a la casa, yo escucho que él le dice a mi mamá "Ay, Lorena, me da un lata ir, estoy super cansado". En ese momento pensé: toda la diversión de la noche arruinada por el cansancio de los adultos. Decidí hacerme escuchar: "¡¡¡oye, yo sí quiero ir, estoy listo!!!" Salí para afuera y me paré al lado del auto: "ya poh, súbanse". Mientras tanto mi mamá y mi papá conversaban. Finalmente salen los dos y al Pablo, mis protestas fueron escuchadas. Nos subimos al auto y mi papá dice: "Camilo y Pablo, vamos a una peña de mi trabajo".
Llegamos a un lugar que era como un patio con varias mesas, y al frente de todos había un grupo de música cantando. Cuando llegamos todos saludaron a mi papá y él les decía: "este es mi hijo chico y este es mi hijo grande". Fue una lata, tuve que dar miles de besos y escuchar como todos me decían cosas e intentaban que yo me soltara de los brazos de mi mamá. ¡Que se han creido!
Pero, efectivamente después de un rato, y cuando nadie estaba mirando, me solté de los brazos de mi mamá. Ella me puso en el suelo y yo caminé lentito - lentito por alrededor de las mesas, intentando que nadie me mirara, para evitar cualquier tipo de besuqueos, apretones o conversaciones sobre cómo hacen los distintos animales (parece que es lo único que les interesa a los adultos). En mi caminata sigilosa descubrí un lugar desde donde se veía super bien a la gente que tocaba la música. Tenían una guitarra igual como la que tiene mi papá en la casa. La música que cantaban era super alegre y me dieron ganas de bailar.
En mi rinconcito dejé que la musica entrara a mi cuerpo y que mi cuerpo se moviera con la música... y ahí pasó lo más divertido: llegó una señora grande ¡y se puso a bailar conmigo! Movía su cuerpo, sus piernas y sus brazos y me miraba y se agachaba y se estiraba y estiraba los brazos hacia mi, aplaudia y me cantaba. ¡Que bien bailaba la señora! Además al parecer a ella también le gustaba como se movian mis piernas, asi que nuevamente me concentré en la música y dejé que la música decidiera cómo mover mis piernas y brazos. ¡Que ritmo! ¡Que coordinación entre la señora que bailaba conmigo, la música y yo! En un momento decidí hacer un paso super difícil que es girar en circulo. Y ahí es cuando yo ya quedé totalmente perplejo con lo que sucedía: al girar en círculo vi que detras mío también habian personas, y que hacia el lado también, y que adelante tambien, o sea había un montón de personas haciendo un círculo alrededor mío y me dejaron al medio. Y la señora que bailaba conmigo ahora también era parte del círculo de gente que todos me miraban y aplaudían mirándome y bailando. ¿porque no mirarán a la banda de música? ¿porqué me miran a mi? ¿se me habrá pasado el pañal? Bueno, cosa de ellos. Lo que es yo, seguí bailando y bailando. Hasta que se acabo la música. Bravo, bravo, dije yo, y todos me hacían bravo, bravo a mi, y de repente escucho por el parlante "un aplauso al niño que baila". Bravo, bravo.
Y eso fue. Bailé hasta que me cansé, y de repente me acordé: mamá. ¡Se me había olvidado que había venido con mi mamá! "Mamá, mamá", y fui corriendo para que ella me tomara en brazos. "ah, mamá". Una noche redonda.

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