Al Camilo no le gusta dormir con la puerta cerrada. Entonces ocurre la siguiente conversación una noche al dormirse:
- Papá, ¿tu me acompañas a dormirme?
- Sí.
- Ya. Pero cuando te vayas no me cierres la puerta.
- Bueno.
- Sí porque no hay que cerrar las puertas, porque si las cierras te puedes apretar los deditos y te va a doler.
- No te preocupes, no voy a cerrar la puerta.
Imagen sacada del blog Ceremonias.
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