Todos los días yo soy el primero en despertarme, y cuando me despierto lo primero que hago es caminar a la pieza de mis papás. Cuando estabamos en la playa yo hice lo mismo, y me iba todas las mañanas a la pieza de mi papá y mi mamá. Y siempre que llegaba ellos siempre me decían que querían seguir durmiendo, y pese a que yo me subía arriba de ellos o les conversaba, ellos se mantenían con los ojos cerrados. Pero un día, llegué yo a la pieza de mi mamá y cuando entré a la pieza mi papá se levantó y se fue a acostar a mi cama. Yo me metí feliz a la cama con mi mamá, y cuando le empecé a conversar y a darle golpecitos en la cara para que despertara, ella en vez de seguir con los ojos cerrados, me miró y dijo "Hola Camilo, ¡hoy es 18 de Septiembre!". Y en ese momento se levantó y empezó a cantar "Puro Chile es tu cielo azulado, puras brisas te cruzan también, y tu campo de flores bordado..." y siguió cantando una canción que yo nunca había escuchado. Y después de terminar de cantar esa canción, me dijo: "Camilo vamos a la pieza tuya y despertamos al papá y al Pablo", y cuando entramos a la pieza mía ella empezó a cantar otra canción "Levantarse niños flojos que el día ya llegó..." Pero mi papá y el Pablo seguían con los ojos cerrados. Y entonces ella volvió a decir "Levantarse que es 18 de Septiembre, hay que ir al desfile."
Y ahí empezó mi mamá a buscarme una ropa para ponerme, y me puso algo que yo nunca había usado; el Pablo también empezó a buscar una ropa para él, y además él se puso un sombrero bien grande que se llamba chupalla. Tomamos desayuno rápido y partimos el Pablo, mi mamá y yo a ver el desfile. Mi papá no se había duchado asi es que dijo que él se iba a ir solo después.
El "desfile" era un pedazo de calle que estaba llena de banderitas de colores blanco, azul y rojo, y que tenía también unos dibujos y unas sillas y una alfombra, y todo distinto a como siempre son las calles. Incluso no había ningún auto. Solo habían muchas personas que andaban de allá para acá. Mi mamá nos dijo, "parece que llegamos muy temprano", y nos sentamos en el borde de la calle a esperar. También habían muchas otras personas esperando.
Y de repente empiezo a entender más esto del desfile. LLegaron muchos niños vestidos con trajes como el mío y el del Pablo y muchas niñas con vestidos con flores. De repente toda la calle estaba llena de gente. También llegó mi abuelita Pachi y el tata Carlos. El tata Carlos se sentó en la calle al lado mío. Y en un momento todos se pararon y empezaron a cantar la misma canción que cantó mi mamá hoy en la mañana. Y después de eso unos niños bailaron, otros niños caminaron frente a todos, otros pasaron caminando y tocando tambores y trompetas. Estuvo muy divertido.También habían caballos y un camión de bomberos, y también habían perros.
Al final de todo mi tata me subió arriba de los hombros y yo también caminé por la calle como todos los niños del desfile. Estuvo muy bonito.
3 comentarios:
que bello está este post. camilo y Pablo se ven muy guapos luciendo su camisa a cuadros representativa del 18. Te cuento camilo que para no ser menos, el Tavi fue tambien el dia 18 con su camisa a cuadros rojos y blancos y su cinturon de cuero con copihues de melipilla. claro que el pobre tavi iba a trabajar y no lamentablemente al desfile!
que bueno que les tocó un dia bonito para el 18 y que se siguen con las tradiciones como el desfile de las fuerzas vivas que es tan bonito. Eché de menos ver a la wellie sentada entre las autoridades inclinando la chicha en cacho!
Felices Fiestas Patrias atrasadas!
Camilo, te voy a contar algo que también se hace para el 18 y que tu, desgraciadamente, este año no viste. Son las “fondas”, un lugar que se acomoda para hacer una fiesta donde se come, se toma y se baila en los días del 18. La fonda de Guanaqueros es espectacular. Allí se reúne todo el pueblo sin distingo de clase o condición: va el panadero, el carnicero, los mozos del restorán donde comemos, los bomberos, los pescadores, los miembros del club de huasos, la señora que vende verduras, los turistas, en fin, casi todos los habitantes del pueblo. Nosotros con tu abuelita Pachi y tu mamá y tus tías vamos casi todos los años. Este año fuimos el mismo día del desfile, pero en la noche. Después que todos comimos en “El Pequeño”, ese restorán donde comíamos casi todas las noches y donde acostumbrabas a comerte una rica empanada de queso y luego corrías entre las mesas con tu casco y todo el mundo te hablaba. ¿Te acuerdas? Bueno, resulta que esa noche nos informaron que era la última noche que funcionaban la famosa “fonda” de Guanaqueros, así que tu mamá y tu abuelita Pachi decidieron que había que ir. Desgraciadamente tu papá se arranó y se fue a acostar junto contigo y el Pablo. Entonces tu mamá, tu abuelita Pachi y yo partimos a la fonda, que estaba instalada en la multicancha de la escuela antigua. Allí llegamos como a las 11 de la noche y nos instalamos en una mesa. Curiosamente, no había servicio a la mesa así que tuve que ir a una esquina donde vendían los tragos. Compre 1 con 4 (una botella de pisco y 4 coca-colas) y las llevé a la mesa. En el escenario, instalado en uno de los extremos de la cancha, había una orquesta que tocaba de todo y cuya vocalista era una mujer. Al poco rato de llegar y cuando ya nos habíamos “puesto” la primera “piscola”, cosa que hicimos no sólo para alegrar la noche, sino también para pasar el frío, empezaron las cuecas y, con ello, las presiones de las mujeres con que andaba para que las sacara a bailar. Lo peor fue que la orquesta no tocaba los tres pies de cueca tradicionales, sino que tocaba como 6 al hilo. ¿Te imaginas a lo que quedé expuesto? No me quedó más que sacarlas a bailar de a una cada vez. Debo confesarte que yo no soy un experto bailarín, pero aspiraba a que mi esfuerzo fuera reconocido. En vez de ello y bajo el pretexto de hacerme críticas “constructivas”, empezaron a decirme que había que atajar a la mujer por no sé que lado, que el pañuelo había que moverlo así, que el zapateo venía después de la segunda vuelta y que había que levantar tierra, en fin, para que te cuento. No tuve más alternativa que hacerme el tonto y hacerles creer que les estaba haciendo caso. No sabes cómo te eché de menos. Si hubieras estado, seguro que me hubieras ayudado a sacar a bailar a tu mamá o tu abuelita. Debo reconocer, que algo de suerte tuve, porque en la mesa de al lado había un niño, un poco más grande que tu, que sacó a bailar, primero a tu mamá y después a tu abuelita. Bueno, espero que el próximo año puedas ver en vivo y en directo en que consiste una “fonda” y me ayudes a sacra a bailar a las mujeres que nos acompañen. Finalmente, llegaron unos señores disfrazados de mujer, la orqueste se puso a cantarles unas canciones alusivas a su vestimenta y tu abuelita decidió que ya era hora de irse, así que como a la 1 de la mañana nos volvimos a nuestras respectivas casas, llevándonos, como es la usanza, el pisco que no nos habíamos alcanzado a tomar.
¡Excelente relato de abuelo carlos de lo que vivimos ese 18 en la noche! Se agradece. Y debo agregar, que posterior a las muy buenas crìticas constructivas que le hicimos, efectivamente mejoró mucho su estilo de cueca.
¡Salud!
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