Anoche, eran las 4 de la mañana y el Camilo aparece al lado de mi cama.
- ¿Mamá, puedo dormir contigo?
Sin contestarle, simplemente abro la cama y lo dejo entrar. Se acuesta entre el Rodrigo y yo. Tengo demasiado sueño para llevarlo de vuelta a su cama. Allí se queda dormido al instante. En cambio yo, vueltas para acá, vueltas para allá. No logro dormirme en el pequeño espacio que me queda. Como a las 5 de la mañana decido que no tolero eso. Me levanto, despierto al Camilo, lo tomo de la mano, y lo llevo de vuelta a su cama.
- Camilo, duérmete en tu cama, le digo media enojada.
- Ya mamá, me dice.
Cuando voy saliendo de su pieza, el Camilo me dice:
- Pero mamá, guárdame el puesto en tu cama.
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