sábado, 20 de febrero de 2010

Antónimos

Había sido uno de esos días en que los hijos la dejan agotada a una. Como a las cinco de la tarde decido hacer un alto y me tiro arriba de mi cama. Camilo y Gaspar me siguen.

- Mamá qué vas a hacer, me pregunta el Camilo.
- Voy a descansar un poquito.
- Ah, ya, yo también, me dice mientras se sube arriba mío en la cama.

Presiento que mi momento de tranquilidad será boicoteado, por lo tanto decido incluir a todo el grupo.

- Ya, les digo al Camilo y al Gaspar, juguemos a leer. Acá hay un libro para cada uno, y entonces todos nos acostamos en la cama a leer nuestro libro.

Logro que los dos niños se sienten en la cama con un libro frente a ellos. Yo me acuesto, también con un libro en la mano. Y digo:

- Ahora cada uno va a leer en silencio.
- Yo voy a leer en bulla, dice el Camilo con entusiasmo.

Sería todo respecto de mi momento de tranquilidad.

1 comentario:

Camila dijo...

Pucha Lori,
Buen intento, ingenioso, cerca de ser efectivo. Lastima que no haya resultado!
Saludos,
Camila